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cuidado del Estómago

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El estómago es un órgano muscular con forma de bolsa. Está situado entre el esófago y el duodeno, y se divide en varias zonas: cardias, fondo, cuerpo y antro pilórico.

  • Cardias: es la zona que conecta el esófago con el estómago. Está ubicado justo en la parte superior del estómago y funciona como una especie de “puerta de entrada” para los alimentos que bajan por el esófago. Esta zona atraviesa una pequeña abertura en el diafragma. Por aquí es por donde la comida que comemos llega al estómago para comenzar su digestión.

  • Fondo: es la parte más alta del estómago. Está justo por encima de la zona donde el esófago se une al estómago (el cardias). Tiene una forma redondeada y se expande para ayudar a almacenar el aire que tragamos y los alimentos recién ingeridos, antes de que comiencen a mezclarse con los jugos gástricos.

  • Cuerpo: es la parte central y más grande del estómago. Aquí es donde ocurre gran parte del trabajo digestivo: los alimentos se mezclan con los jugos gástricos (ácido y enzimas) y comienzan a descomponerse en partículas más pequeñas, preparando todo para que pase al intestino delgado.

  • Antro pilórico y canal pilórico:  es la parte final del estómago, justo antes de llegar al intestino delgado. Es como la “sala de espera” por donde pasan los alimentos ya digeridos antes de salir del estómago. Después del antro, está el canal pilórico, que conecta directamente con el duodeno (la primera parte del intestino delgado). Entre ambos se encuentra el esfínter pilórico o píloro, que es una “puerta”, que se abre y se cierra para controlar el paso de los alimentos. Este mecanismo asegura que el estómago vacíe su contenido poco a poco, permitiendo una digestión adecuada.

Su principal función es continuar con el proceso de digestión iniciado en la boca. Cuando los alimentos llegan al estómago, actúa como un área de almacenamiento. Luego, el cuerpo y el antro pilórico se contraen para mezclar los alimentos con los jugos gástricos (una combinación de ácido clorhídrico, moco y enzimas).

Este proceso descompone los alimentos en partículas más pequeñas, especialmente las proteínas, gracias a una enzima llamada pepsina. El ácido clorhídrico, además de activar esta enzima, crea un ambiente ácido que ayuda a destruir bacterias ingeridas con los alimentos.

El estómago también cuenta con una capa de moco que protege su revestimiento interno. Cuando esta barrera se altera, por ejemplo por infecciones como Helicobacter pylori o por el uso de ciertos medicamentos (como los antiinflamatorios), pueden formarse lesiones o úlceras.

Cuando los alimentos salen del estómago, se han transformado en una especie de papilla que se denomina quimo. El quimo transcurre a través del intestino delgado durante un periodo de tiempo aproximado de entre cuatro y seis horas.

 

Estrategias nutricionales para aliviar síntomas y prevenir complicaciones en enfermedades estomacales

Manejo Nutricional para enfermedades del estómago

La alimentación influye de manera directa en la salud del estómago y desempeña un papel clave en el manejo de sus enfermedades. Una dieta adecuada ayuda a proteger la mucosa gástrica, regular la acidez y aliviar síntomas como el dolor, la pesadez o la acidez estomacal.

Cada patología gástrica requiere un enfoque dietético específico, que permita no solo mejorar los síntomas, sino también favorecer la recuperación del tejido dañado y prevenir posibles complicaciones.

A través de recomendaciones nutricionales adaptadas, es posible mejorar la función gástrica, reducir las molestias digestivas y apoyar el tratamiento médico.

Las recomendaciones dietéticas y las dietas dietoterapéuticas, deben adaptarse a cada persona según al contexto clínico, su tolerancia digestiva y su cultura alimentaria.

La información ofrecida en esta web es general y no sustituye una pauta individualizada. Por ello, la educación nutricional es fundamental: educar al paciente es clave para aprender a manejar la enfermedad y los síntomas de forma eficaz, permitiendo tomar decisiones informadas que favorezcan la salud del estómago a largo plazo.

Enfermedades comunes del estómago

La gastritis es una inflamación de la mucosa gástrica que puede ser aguda o crónica, y que suele estar relacionada con infecciones como Helicobacter pylori, el uso prolongado de antiinflamatorios (AINEs), el estrés, el alcohol o ciertos hábitos alimentarios. Los síntomas más comunes incluyen dolor o ardor en la parte alta del abdomen, náuseas, sensación de plenitud precoz o malestar digestivo general.

Desde el punto de vista nutricional, el tratamiento tiene como objetivo reducir la irritación gástrica, aliviar los síntomas y, cuando sea necesario, favorecer la recuperación del tejido inflamado. En fases activas, puede ser útil optar por una alimentación suave, con preparaciones cocidas, sin picantes, ácidos ni grasas irritantes, evitando también el café, el alcohol y los alimentos ultraprocesados.

En casos de gastritis crónica, especialmente si hay infección por H. pylori, la alimentación debe acompañar el tratamiento médico y centrarse en mantener una dieta equilibrada que no provoque síntomas, sin aplicar restricciones innecesarias.

La úlcera gastroduodenal es una lesión en la mucosa del estómago o del duodeno, generalmente causada por un desequilibrio entre los factores agresivos (como el ácido gástrico y la pepsina) y los mecanismos de defensa de la mucosa.

Las causas más frecuentes incluyen la infección por Helicobacter pylori y el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroideos (AINEs). Los síntomas pueden variar, pero suelen incluir dolor o ardor en la parte superior del abdomen, náuseas, sensación de plenitud o, en casos más graves, sangrado digestivo.

Desde el punto de vista nutricional, el objetivo es reducir la irritación gástrica, favorecer la cicatrización de la mucosa y aliviar los síntomas. Aunque ya no se recomienda una dieta excesivamente restrictiva como en el pasado, sí se aconseja evitar alimentos que puedan agravar la lesión o retrasar la curación, como el alcohol, café, picantes, comidas muy grasas o muy calientes, así como aquellos que provoquen molestias individuales.

Se recomienda mantener una alimentación equilibrada, fraccionada en varias comidas al día, evitando ayunos prolongados y adaptando la textura de los alimentos en función de la tolerancia digestiva. Algunos estudios sugieren que patrones dietéticos ricos en frutas, verduras, cereales integrales y alimentos con propiedades antioxidantes o antiinflamatorias podrían favorecer la recuperación gástrica y reducir la recurrencia de las lesiones.

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